jueves, 12 de febrero de 2009

Revelación debajo de una cama


REVELACIÓN DEBAJO DE UNA CAMA

Distinguía cada paso, cada calzado, y luego sólo por el sonido, sabía qué posición debía adoptar para continuar anónimo.

-¿Dónde estarán esas monedas? -

Buscaban en la peinadora, encima de la cama e incansablemente en sus bolsillos, agotados salían a preguntarle a los primeros que cruzaran su camino. La misma situación se había repetido infinidad de veces, cada par de zapatos hacía un recorrido idéntico, variando solamente en las exclamaciones de desconcierto, que iban desde un chasquear de dedos, hasta la blasfemia más duramente pronunciada jamás.

El calor azotaba sobre todo al mediodía, cuando llegaban los tenis blancos y abrían la ventana y él quedaba temporalmente ciego, aunque hábilmente se lanzara cerca de la pared, evitando así los rayos de sol que tanto molestaban sus ojos, acostumbrados al disfraz de la oscuridad.

- ! Limpien el piso por favor ¡-

Otro de los dolores de cabeza comenzaba, pero afortunadamente los implementos de limpieza no llegaban tan lejos. Además era difícil que se pusieran de acuerdo sobre el turno de limpieza de cada cual. En el ir y venir diario acumularon olvidos, detalles casi imperceptibles al ojo común. Allí debajo estaban todos los objetos prescindibles: incluyéndose él mismo.

- Otra vez el cortaúñas -

Al unísono de ésta expresión escuchada muy cerca del escondite, se le cayó de la mano su última adquisición, produciendo el sonido característico que hizo inclinar al del calzado formal, hasta llegar a mostrar la manga de su camisa; pero en ese momento, llamaron mostrando otro cortaúñas, ofreciéndoselo a la par que se levantaba de esa posición.

Era tiempo de lluvia.

Ya era insoportable el polvo, todas las cosas que le gustaba atesorar apenas se diferenciaban. La respiración entrecortada luego del gran estornudo, revelaron al niño pequeño de cabello levantado, ese que habían olvidado en algún lugar de su casa.

Era muy tarde ya.


VOC
15/08/92